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Bienvenid@, el Señor continúe bendiciendo tu alma

El tiempo está cerca de cumplirse, y mi Señor necesita reclutar soldados que estén dispuestos a renunciar a este mundo para llevar a cabo la buena batalla, si crees que eres lo suficientemente fuerte para enlistarte en el ejército celestial, enlistate hoy mismo, entrega tu vida a Cristo y saldrás vencedor.

jueves, mayo 31, 2012

No permitas que el fuego se apague


 

(Copiado textualmente del blog: Mensajes alentadores)

Texto: San Mateo 6:6 En los tiempos bíblicos donde se establecía una batalla, una lucha, la recompensa se llamaba botín. El ganador tenía derecho de recoger el botín, el cual podía consistir en oro, riquezas, tierras o esclavos. Para poder tener una recompensa hay que pasar primero por una batalla, un desafío y ganar, entonces la comunión tiene recompensa.

La Biblia nos cuenta que Jesús al irse de esta tierra, dijo que iba a enviar a uno como Él, el llamado paracletos (al Espíritu Santo). Jesús subió a los cielos sabiendo que volvería a buscar a su pueblo, pero mientras tanto dejó al paracletos, para que cada vez que clames a Él, cada vez que lo busque de una manera especial, se haga real en tu habitación.

Es importante que entendamos que el Espíritu Santo no es una persona física, sino espiritual, y al encontrarnos con él estamos teniendo comunión con una persona que siente, una persona que piensa, una persona que tiene voluntad, una persona que quiere hacernos bien y que nunca nos va a fallar. Él es nuestro mejor amigo.
En San Mateo 6:6 dice: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.
Esto quiere decir que hay recompensa a la comunión.

¿Cómo viene la recompensa? Viene cuando me encierro y me dispongo a orar.
En el libro de Malaquías 1:10a. (Leer) el profeta está diciendo: “Yo prendí el fuego en el altar, pero las puertas del templo están abiertas y el frío gélido del mundo, el viento del mundo está comenzando a soplar y el altar que yo encendí se está apagando.
Esto nos lleva a reflexionar sobre los vientos, Jesús se tuvo que enfrentar a una tormenta y reprendió los vientos. El Señor nos dice: “Cierra la puerta porque hay correntada y se está apagando el fuego”. Los vientos tipifican a las modas, las tendencias y las tentaciones que vienen a apagar lo que Dios encendió. Él está llamando a sus sacerdotes, a su iglesia, a cada uno de nosotros para decirnos: “En estos días el viento está soplando más que nunca sobre este mundo, la frialdad, la apostasía y la rebeldía se han instalado. Una forma tibia e irreverente delante de Dios se ha instalado y sabemos según la Biblia que todo esto irá de mal en peor. Pero mientras esto suceda en el mundo, en la iglesia se deben cerrar las puertas y se debe cuidar el fuego. Esto es para nuestro corazón y también para la iglesia; no debemos permitir que las corrientes de este mundo ingresen a la iglesia diciendo: “Bueno, si en el mundo se hace, ¿porque no acá?”. Entonces sucede como dice la Biblia, que comenzamos a llamar bueno a lo malo y malo a lo bueno. No permitamos que los vientos apaguen el fuego. No hay nada más frustrante que haber recibido algo de Dios, una fuerte pasión por su presencia y haberlo perdido, dejando que el viento frío del mundo entre a nuestro corazón.

Cierra la puerta

En el libro de Nehemías capitulo uno, nos habla del pueblo que salió cautivo de Jerusalén. Nehemías 1:3(Leer).
Las puertas en la Biblia nos indican acerca de la autoridad y de la influencia. Los sabios, los profetas, las personas de autoridad, aquellas personas que tenían algo para hacer o para decir se sentaban a las puertas. Las puertas cerradas establecían un marco de protección para las naciones. Cuando vinieron los enemigos de Israel a atacarlos, lo primero que hicieron fue derribar los muros y quemar las puertas y cuando esto aconteció, entraron y tomaron cautivos al pueblo de Dios. Pero hay una gran noticia: “Jesús reconstruye puertas”, esta palabra es para que nuestra vida espiritual sea reconstruida y para comenzar a vivir en victoria.
En San Mateo 6:6 nos dice que debemos cerrar la puerta cuando oremos.
Este es el tiempo donde nosotros tenemos que definirnos y pararnos firmes diciendo: “Este es el año donde voy a tomar la victoria, donde voy a vivir una nueva realidad espiritual, donde voy a tomar lo que he estado esperando por años”.

¿Cuál es el secreto, o la clave para que esto ocurra?

Cuando el Señor habla de cerrar la puerta está haciendo referencia a la privacidad, lo cual significa que no hay nada más importante que Él y que debe ser el centro de atención. El Señor está queriendo decir que al cerrar la puerta debemos establecer un marco donde lo que voy a hablar con él, no debe compartirse con los pensamientos y la preocupaciones ya que lo único que provocan es distracción que me impide llegar a una buena comunión con el Señor. Debemos aprender que al cerrar la puerta, estamos entrando en un tiempo exclusivo con Dios, dejando de lado todo tipo de distracción.

También la Biblia dice que debemos orar en nuestro cuarto. No dice que lo hagamos en la cocina, o mirando televisión, mientras caminamos, en el subte, donde podemos distraernos, sino que nos dice que cuando oremos en nuestro cuarto, Él se manifestará y nos recompensará en público. Dios quiere un lugar exclusivo para estar con Él.
Cuando el Señor hace referencia al cuarto, en realidad está hablando de intimidad, donde somos nosotros mismos, donde nos sinceramos, donde somos transparentes y auténticos, donde no mostramos una imagen, una apariencia, donde no tenemos un prestigio o un nombre que cuidar, donde somos simplemente una persona necesitada, hambrienta y desesperada por Dios.

Es en ese cuarto donde vas a tener acceso exclusivo hacia Dios. Él y tu persona se unirán en un encuentro espiritual que cambiará y renovará tu vida para siempre.

El Lugar secreto

Cuando el Señor dice en su palabra: “Ora a tu Padre que está en lo secreto”
Aquí podemos encontrar otra clave importante. Cuando el Señor dice en su palabra “Buscad y me hallareis, llamad y se os abrirá”

Cuando habla del secreto, pereciera que el Padre nos deja ver en su palabra que Él tiene como un lugar exclusivo, un escondite que para el mundo está cerrado pero para sus hijos está abierto. Quiero animarte a frecuentar ese escondite, como lo hizo Moisés cuando le dijo: “Señor si tu gloria, si tu presencia que yo frecuento cada día no ha de ir conmigo, entonces no me saques de aquí”

David dijo: “El que habita al abrigo del altísimo, morará bajo la sombra del omnipotente”, ese es el lugar secreto, el abrigo del altísimo. El que habita en el lugar secreto morará bajo la sombra del omnipotente, David continuó diciendo: “Diré yo a Jehová; castillo mío, fortaleza mía, mi Dios en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador y de la peste destructora, con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro”. Dios quiere que descubramos nosotros también ese lugar secreto en el cual David habitaba.

En 2 de Reyes 4:1-5 (Leer)
¿Que ocurrió cuando ella se tuvo que encerrar?
Ella al encontrarse con Eliseo le dijo que no tenía nada, que iba a perder a sus hijos, quienes serían llevados como esclavos. Y el hombre de Dios le respondió en otras palabras: “La solución está detrás de la puerta, cuando te encierres, Dios cancelará todas tus deudas, él se comenzará a glorificar en tu vida y el aceite del Espíritu Santo no va a cesar de fluir”.

¿Qué tuvo que hacer esta mujer para recibir el milagro de parte de Dios?

Tuvo que encerrarse y creer; eso es lo que nosotros debemos hacer para ver la gloria de Dios fluir en nuestra vida, porque hay recompensa a la comunión.

Las vasijas fueron llenas del aceite. Si en tu vida hay un vacío, Dios lo llenará con su aceite fresco!!
Podemos encontrar otro ejemplo en la historia de la mujer sunamita. Esta historia hace referencia a una mujer que invitaba insistentemente a Eliseo para que comiera en su casa y cuando él pasaba por aquella ciudad, venía a comer a su casa, hasta que esta mujer terminó preparándole un cuarto en su casa para él. Luego Eliseo le declaró que ella tendría un hijo, este nació, se crió y siendo ya más grande se descompuso y murió. Ella fue y lo acostó en el cuarto donde años atrás había dormido el profeta, en la misma cama. Y luego fue a buscar a Eliseo, lo convenció al profeta para que volviera a aquel cuarto.

Dice la escritura en 2 de Reyes 4:32-36 (Leer) que Eliseo cerró la puerta y oró. ¿Qué pasó luego?
Dios lo resucitó. Volvieron a la vida los proyectos que representaba ese niño, cuando él cerró la puerta y oró, el calor del Espíritu Santo vino sobre ese niño y revivió.

La recompensa viene detrás de la comunión, cuando nos encerramos con Dios y oramos algo pasa. Dios resucitará tus sueños y proyectos cuando te encierres a buscarlo detrás de la puerta y a solas!! (mensaje de Claudio Freidzon) Compartido en www.MensajesAlentadores.com | Reenvíalo a tus contactos

miércoles, mayo 23, 2012

Confia en Dios en medio de la adversidad y los problemas



...¿Alguien tiene algo en mi contra?
¡Vayamos juntos ante el juez!
¿Alguien se cree con derecho de acusarme?
¡Que venga y me lo diga!
El Señor es quien me ayuda; ¿Quién podrá condenarme?...
(Isaías 50:8-9 - Biblia: Dios Habla Hoy)

Seguramente sobraría quien tenga algo en mi contra y de fijo quienes me miran como un hipócrita se creen con derecho a señalarme y a acusarme, pero como lo expone el profeta Isaías, quien tenga algo en mi contra o se crea con derecho de acusarme que se junte conmigo delante del juez (o de Dios) para que juzgue la causa, el profeta está muy seguro de que Dios lo respaldará sea cual sea la acusación que se le haga y de hecho cualquiera de nosotros puede sentirse seguro de que Dios nos puede respaldar ante cualquier amenaza o acusación, pero vamos unos versos antes para saber porqué el profeta siente esa seguridad en Dios, pues no es simplemente porque sea profeta, sino que dicen así los versos anteriores a lo que hemos leído:

El Señor me ha instruido para que yo consuele a los cansados con palabras de aliento.
Todas las mañanas me hace estar atento para que escuche dócilmente.
El Señor me ha dado entendimiento y yo no me he resistido ni le he vuelto las espaldas.
Ofrecí mis espaldas para que me azotaran y dejé que me arrancaran la barba. No retiré mi cara de los que me insultaban y me escupían.
El Señor es quien me ayuda: por eso no me hieren los insultos; por eso me mantengo firme como una roca, pues sé que no quedaré en ridículo.
(Isaías 50:4-7 - Biblia: Dios Habla Hoy)

Como podemos leer en este texto, el profeta habla de su relación con Dios, en que es Él quien lo instruye para que dé aliento a los que están agobiados, además menciona que TODAS las mañanas le hace estar atento, o sea que TODAS las mañanas el profeta se presentaba delante de Dios (de seguro en oración) y que atendía el entendimiento que Dios le daba sin resistirse ni volverle las espaldas a Dios, o sea, era obediente a lo que Dios ponía en su mente y corazón.
También dice que permitió ser azotado y dejó que le arrancaran la barva, en pocas palabras fue sumiso; y no retiró su cara de quienes le insultaban y le escupían, entendemos que sin importar lo que le pasara afrontó la situación confiando en que sería Dios quien le ayudaría y que por eso los insultos le valían nada, manteniéndose firme sabiendo que Dios no permitiría que quedara en ridículo.

Ahora bien, guardando una relación con Dios, siendo sumiso haciendo caso omiso de las ofensas y confiando firmemente en Jehová Dios, el profeta se sentía seguro y sin temores, ante cualquiera que tuviera algo en contra o que quisiera acusarle, pues él sabía que delante de Dios estaba tranquilo pues se guardaba para Él.

¿Cuantas veces alguien nos ofende y de una vez nos ponemos a la defensiva?, el mismo Jesucristo nos enseñó que si nos dan por una mejilla debemos poner la otra, fue Él quien se mantuvo dócil ante una turba de pecadores que lo acusaban injustamente y así se mantuvo hasta su muerte en la cruz, pero Él sabía que delante del Padre, solo cumplía su voluntad, y es por eso que Jehová Dios lo levantó con gloria de entre los muertos y le dio potestad sobre TODAS las cosas.

Si queremos ser respaldados por el Señor, debemos aprender a vivir rectamente delante de Él, manteniéndonos en oración, apartándonos del pecado, creyendo en que Él hará lo necesario para sacarnos de TODA situación que se presente, debemos confiar siempre y a ciegas en el Señor, pues suyos son el poder y la gloria y Él tiene misericordia de quien Él así lo quiere, cada vez que oremos, clamemos por misericordia, pues por más bien que hagamos, siempre quedamos cortos ante su excelencia.

No pidamos a Dios que quite las tormentas, pidámosle que nos enseñe y nos ayude a mantenernos firmes aún en medio de ellas, ruego al Señor que no permita que nos apartemos de su mano divina y que guarde nuestras almas para gloria y honra de su maravilloso nombre, que nos cubra con la sangre del cordero que fue inmolado para perdón de nuestros pecados y salvación de nuestras almas. Amén y amén

domingo, mayo 06, 2012

A menudo me pregunto

 
(Preguntando a un cristiano)

¿Que si he pecado?
- Muuuchas veces y aún lo hago

¿Que si me da vergüenza?
- Sí, me apena decir que soy cristiano y mostrar lo contrario, pero confío en que aquel que comenzó la obra en mí la perfeccionará

¿Que si no pienso cambiar?
- Claro, pues se aflige mi alma y me arrepiento cada día, nada anhela más mi corazón que poder apartarme del pecado cada día un poco más.

¿Para qué voy a la iglesia si sigo pecando?
- Pues porque es cuando uno está enfermo cuando más debe asistir al hospital o permitir al médico que lo visite

¿Para qué diezmo si el pastor u otro se roban el dinero o lo despilfarran?
- Mi obediencia es para con Dios, si el pastor u otro roban o despilfarran lo que le pertenece a Dios serán ellos quienes den cuentas a Él

¿Que si creo que siendo bueno iré al cielo?
- No iré al cielo por ser bueno, ya eso es un fruto de mi arrepentimiento; pues el cielo no se gana por obras para que nadie se gloríe de sí mismo, si voy al cielo es porque Jesucristo pagó por mi condena para que me sean perdonados los pecados y mi alma sea salva, si despreciara esto, entonces sí podría estar seguro de que no iría al cielo

¿Que si creo que de verdad Dios existe?
- Si no lo creyera hace tiempo el que habría dejado de existir..., ¡sería yo!