En la carta de Pablo a los romanos, él exhorta a la santidad, nos habla con autoridad, haciéndonos ver que al haber aceptado a Jesús como Señor y Salvador de nuestras vidas ya el pecado no nos gobierna; (claro, habiéndolo aceptado de corazón) si no que ahora debemos guardarnos de todo mal.
En Romanos 7:1-6, en la versión Reina-Valera 1995 (Edición de Estudio) se muestra una analogía de Pablo tomada del matrimonio, dando a entender que al igual que la mujer casada está sujeta a su marido por la ley, así mismo estabamos sujetos al pecado, mas cuando el marido (la carne) muere, ella deja de estar atada a él, o interpretándolo de otro modo, dejamos de estar atados al pecado y somos libres, por lo que si busca otro marido ya no está en pecado, pues la ley muere con su marido y queda en libertad de volver a tener marido.
Así nosotros tenemos al morir a la carne podemos buscar a Cristo Jesús con toda libertad. Él es quien nos ofrece una vida mejor que la que teníamos, ahora podemos vivir para vida eterna, porque morimos a la carne para servirle a Él.
El problema es si vivimos en Cristo y seguimos coqueteando con el pecado, es lo mismo que una mujer teniendo marido, coqueteé con otro, estaríamos en adulterio espiritual, dice la palabra que no podemos servir a dos amos, porque odiaremos a uno y amaremos al otro, dice el Señor que en aquel día le dirán: "Señor, en tu nombre echamos demonios e hicimos milagros" y Él les contestará, apártense de mí, malhechores, no los conozco, porque anduvieron haciendo obras en su nombre, pero por otra parte hacían lo indebido.
Tienes que tomar tu decisión, o eres del pecado y por ende de la muerte eterna, o eres justificado por el sacrificio de Jesús y tendrás vida eterna en Él. O sigues en tu mundo de maldad y pecado, o te humillas ante Dios y le sirves en su reino.
Y dice Romanos 8:1, "Ahora , pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, si no conforme al Espíritu."
Por lo que si no doy rienda a mis pasiones carnales, si no que me guardo en el Espíritu Santo de Dios, alcanzaré salvación, para gloria y honra de su nombre.
Por lo que Romanos 8:5 dice: "Los que son de la carne piensan en cosas de la carne, más los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu."
Por eso nosotros no vivimos según la carne, porque si no tenemos al Espíritu, no somos suyos; y si Cristo vive en nosotros, muerto es nuestro cuerpo por causa del pecado, pero vive nuestro espíritu a causa de la justicia que es en Él.
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