Una hermana en Cristo me envío este correo y quiero compartirlo, su nombre es Angélica Mora Montero y me compartió lo siguiente:
Es una responsabilidad muy grande responder al llamado de Dios. Si no pensamos y recordamos continuamente que “nada fue mió” desde el principio, de ninguna manera podremos cumplir el pacto con Dios.
Cuando tuve un encuentro personal con el Señor, le consagre mi vida a El. Pero esta decisión me hizo sentir postergado por la sociedad. Con insistencia, me perseguía la tentación susurrándome al oído: “Antes te iba muy bien en trabajo. Si ahora volvieras al mundo, podrías ganar mucho mas dinero”. Sufría al compararme con los demás y pensaba: “A mis amigos les va muy bien, pero yo caí en la trampa de amar demasiado al Señor”. Yo quería salir de esta tentación con mis propias fuerzas, y me propuse nunca dejar a Dios. “¿Cómo podré volver al mundo conociendo el precio que Jesús pagó por mi?
Hay una sola manera de recibir la bendición de Dios de forma permanente.
Hay una sola manera de recibir la bendición de Dios de forma permanente.
Y es reconocer el valor infinito de la salvación que hemos recibido, gozarnos sin medida, y no cambiar otra gracia por ninguna otra cosa más barata. Si hemos recibido ya la salvación, ¿Qué importa si no nos hemos casado, o no hemos conseguido trabajo o no hemos obtenido riquezas y fama? La salvación es demasiado grande, para preocuparnos por esos detalles. Nunca se olvide que Dios diseño detalladamente y cuidadosamente el plan de su salvación, y ha esperado por mucho tiempo para entregársela. Declare ante Su infinita gracia: “¡Ya no vivo yo! ¡Cristo vive en mí! Esa es la conclusión a laque hoy debemos llegar.
Amén, Gloria a Dios que nos sacó del abismo al que estabamos condenados y del abismo mental que sufríamos, ahora podemos ver y entender lo que en otros tiempos creíamos que era locura de los cristianos, ahora más bien entiendo que los locos son los impíos, porque hay que estar loco para elegir la condenación.
La verdad no cambio los años que llevo en el Señor por treinta y tres que viví sin Él, te invito a que le recibas en tu corazón y sigas el camino angosto que lleva a la salvación.
Cristo vive en mí y ya ni pecar tranquilo puedo
Cristo vive en mí y ya ni pecar tranquilo puedo
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