Y antes yo vivía sin ley, pero cuando vino el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. Y el mandamiento que era para vida, yo encontré que era para muerte. Porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento es santo, y justo, y bueno.
¿Entonces lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? ¡En ninguna manera! Pero el pecado, para mostrarse pecado, obró muerte en mí por lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento, el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso.
Porque sabemos que la ley es espiritual; pero yo soy carnal, vendido bajo pecado. Pues lo que hago, no lo entiendo, pues no hago lo que quiero; sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, eso hago, apruebo que la ley es buena.
De manera que ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que mora en mí. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, éste hago. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que mora en mí.
Hallo, pues, esta ley, que cuando quiero hacer el bien, el mal está en mí. Porque según el hombre interior me deleito en la ley de Dios; mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios por Jesucristo nuestro Señor: Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios; mas con la carne a la ley del pecado.
(Romanos 7:9-25)
No
es excusa, pero el mismo Pablo lo entendía, por eso a veces mi alma se
aflige al pensar, ¿Porque si mi alma quiere agradar a Dios y hacer su
voluntad, no lo hago?
Pues porque estoy preso en este cuerpo de
pecado, pero hay un gran consuelo que también dice: ¡Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece!
Y cuando le he pedido a Dios,
quita este aguijón de mí para poder servirte mejor, Él me ha dado esta
respuesta: ¡Bástate mi gracia!
Gloria a Dios por su misericordia
ya Cristo Jesús por su sacrificio para gloria y honra de su nombre,
perdón de mis pecados y salvación de mi alma, amén.